sábado, 28 de junio de 2014

¿Cómo prevenir el Papiloma vírico plantar?

El verano es la estación del año en la que más infecciones se producen por el virus del papiloma humano en la planta del pie. Mucho tiempo descalzos, frecuentar piscinas y gimnasios, pequeñas lesiones en la piel y otras muchas, son las que hacen más frecuente esta infección en verano, aunque lo más habitual es que empecemos a padecer sus indeseables efectos,  pasados unos meses, incluso llegando al otoño-invierno.
Los papilomas son formaciones verrugosas provocadas por un virus que pueden aparecer en las zonas de máxima presión del pie y se caracterizan por un dolor intenso cuando se presionan o se palpan, dando la sensación de tener algo clavado en el pie. La población con más riesgo de infección por este virus son adolescentes, jóvenes, personas con mucho estrés o que tengan las defensas bajas.



Para la prevención del papiloma plantar es importante que sigamos una serie de consejos:

- Higiene diaria del pie y aplicación de crema para mantener la integridad de la piel.

- Su vía de entrada suele ser erosiones producidas por rocas, cortes y lesiones por calzado inadecuado, por lo que se debe prestar atención y cuidar debidamente los pies.

- En piscinas y vestuarios se recomienda el uso de calcetines de agua o chanclas para evitar el contagio por contacto.

- No se debe intercambiar prendas de vestir como calcetines, chanclas, zapatos, etc.

- Es imprescindible tratar patologías de base que favorezcan la infección del virus como sudoración excesiva, puntos de sobrecarga, enfermedades vasculares y metabólicas, etc.


- Si hay una persona en casa que padezca un papiloma, evitar el contacto con sus objetos de higiene, limpiar el baño con lejía después de su uso, utilizar una toalla para secarse el pie afectado y otra para el resto del cuerpo. Es importante que la persona que padezca de papiloma plantar consulte con un profesional en Podología para obtener un buen tratamiento contra este virus.


                                                                                                         

lunes, 17 de marzo de 2014

Entender el "running" actual y no morir en el intento. Parte II: Elegir correctamente nuestro calzado.

El momento de elegir y comprar el calzado para correr, es más importante y delicado de lo que muchos piensan. No hay dos pies iguales ni dos corredores iguales, por eso lo que le va bien a tu colega de entrenos puede ser tu trampolín a las lesiones. Cuanto mejor conozcamos nuestras características físicas, nuestras ambiciones deportivas, el terreno donde entrenamos, etc, etc, con más fiabilidad nos haremos con calzado ideal para nosotros.

PARAMETROS FISICOS
Antes de ir a la tienda, lo primero sería saber cuáles son tus características físicas, por ejemplo: el peso, las lesiones (que tienes ahora o has tenido en el pasado), el tipo de pisada, tu flexibilidad, estado de forma, etc.
Las zapatillas tienen unos rangos de peso recomendado. Si eres una persona de 90 kg, deberás adquirir unas zapatillas estables y que posean un chasis acorde a tu peso, capaz de soportar 90 kg en carrera (cuyo impacto seguramente supere los 200 kg). Evidentemente, no todas las zapatillas son capaces de aguantar esas características, así que hay que tener claro qué modelos son los que pueden y no pueden aguantar ese peso.
Si pesas 70 kg, podrás utilizar zapatillas algo más ligeras, flexibles, con amortiguación más blanda.  No porque una zapatilla sea tope de gama (o la más cara), va a ser la mejor opción o la más cómoda.
Las lesiones que has tenido es otro factor importante. Así como hay múltiples tipos de lesiones, hay múltiples opciones de zapatillas acordes a esa lesión, por ejemplo: si se tiene una fascitis plantar, hay que buscar modelos que te den algo de apoyo en la zona del arco; si se tienen problemas de sobrecargas en los sóleos y gemelos, buscaría unas zapatillas no demasiado blandas y con un drop clásico de 10 ó 12 mm; con problemas de torceduras o molestias en ligamentos de tobillo o rodilla debes buscar zapatillas estables… Para cada lesión hay unas características concretas que ciertos modelos poseen y que, aunque no te solucionen el problema, sí contribuirán a paliarlo en mayor o menor medida.
El tema de la pisada es quizás el más delicado de todos los parámetros físicos a tener en cuenta a la hora de comprar el calzado deportivo. Estamos bombardeados con los conceptos de corredor pronador, supinador o neutro, pero no es algo que se vea a simple vista por un dependiente de zapatería. Por eso si quieres comprar tu zapatilla con todo el conocimiento de causa debes acudir a un podólogo, que tras un pormenorizado análisis biomecánico, te aconsejará sobre el calzado concreto que mejor se adecúa a tus necesidades. Si quieres saber algo más de este tema consulta la entrada que dedicamos en nuestro blog el pasado diciembre de 2012.


Flexibilidad y estado de forma, ambas características pueden valer también para seleccionar o decidirte por unos modelos sobre otros. Cuanta menor flexibilidad y peor estado de forma, peor suele ser la técnica de carrera y, por tanto, el drop más alto y la mayor amortiguación y estabilidad van a ser mejores para este tipo de corredores.
Cuando se tiene una forma física apropiada, sobre todo adquirida por el hábito continuado de correr y el trabajo de musculación y flexibilidad en un gimnasio, el cuerpo está más preparado para el uso de calzado con menor drop, más ligero y más flexible, básicamente está mejor predispuesto para poder ser más eficiente. En este caso, podríamos valorar calzado menos amortiguado y con menor drop.
Hay muchas otras características físicas importantes a tener en cuenta. Si tienes un pie ancho o estrecho, existen marcas como Asics o New Balance que venden tallaje de ancho. Por ejemplo, para un hombre, una talla B sería estrecha, D normal, 2E talla extra de ancho y 4E sería súper ancha. La diferencia entre unas y otras suele ser de medio centímetro. Por lo general, la gran mayoría entramos dentro de la talla normal D, pero hay alternativas ya sea por exceso de anchura del pie o por todo lo contrario.
La fórmula digital, es un dato complementario, pero que puede ahorrar incomodidades y roces: el pie Griego (el 2º dedo es más largo que el dedo gordo), el pie Egipcio (el más común, donde el dedo gordo es el más largo) y el pie o Cuadrado (donde el primer y segundo dedo tienen una longitud similar).Si somos de los que comprobamos la longitud de nuestro calzado palpando  la puntera del calzado, a la altura del dedo gordo, pero nuestro tipo de pie es griego, posiblemente el segundo dedo quede demasiado pegado a la zapatilla con el consiguiente peligro de rozaduras, ampollas o traumatismo ungueal.  Cada zapatilla tiene una puntera diferente, las hay más redondeadas o más afiladas. Estas formas, unidas a la anchura que tenga la zapatilla, pueden proporcionar unas sensaciones muy confortables o hacer que no puedas ni caminar, hay que encontrar la zapatilla que por forma y anchura se adapte a tu pie.


Siempre hay que dejar la anchura de un dedo de la mano entre el dedo más largo del pie y la puntera de la zapatilla y probarnos el calzado en la tienda con los calcetines que solemos usar en competición o entrenamiento y con la plantilla personalizada (si es que la usamos)

TIPO DE PISADA
Ahora toca saber cómo pisas. No me refiero exclusivamente al tipo de pisada que seguro habrás oído (supinador, neutro y pronador), la pisada es algo mucho más complejo pero, para simplificar, vamos a dividirlo en dos partes: pisada y aterrizaje.
Primero, averigua qué tipo de pisada tienes:
Pronador: la mayoría de la gente prona en mayor o menor medida. La pronación es un mecanismo natural del pie para amortiguar, el problema viene cuando la pronación es excesiva o se prolonga durante demasiado tiempo, en este caso se entraría a valorar qué es lo más adecuado, hacerse unas plantillas o buscar unas zapatillas para pies pronadores.
Neutro: el porcentaje de neutros es bastante alto. Si los pronadores suponen sobre un 60%, los neutros rondan el 35%. Aquí, el movimiento del pie se sitúa dentro de unos parámetros normales que, a priori, no presentan riesgos para ligamentos y músculos puesto que no les sobrecarga de trabajo.
Supinador: a pesar de la creencia popular, ser supinador es poco común. Que se tenga el pie cavo o que se desgaste el talón por fuera -o la zapatilla en general- no indica que seas supinador. El supinador puro suele presentar arco aumentado con bastante rigidez y una ausencia (más o menos importante) de pronación. Por lo que su punto débil es la amortiguación.
Los pronadores que sí necesitan apoyo tienen que saber dónde lo necesitan ya que hay modelos con más o menos corrección, algunos la tienen desde muy atrás, desde el talón, otros solo en la zona del arco y otros incluso guían la pisada en la parte delantera. Para saber qué tipo de zapatilla necesitas, la mejor manera es ir a un podólogo para que te haga un estudio de pisada y así saber si son necesarias el uso de una plantillas personalizadas,( no en todos los casos se necesitan) o al menos las características de la mejor zapatilla para nuestro caso.


Si tenemos que usar plantillas lo mejor es usarlas con un calzado neutro y sin las plantillas entandar que viene en la mayoría de las zapatillas, ya que podrían ocurrir cambios en la pisada por interferencia entre las plantillas personalizadas y las de serie.
Una vez clara tu pisada, con o sin plantillas, vamos a centrarnos en el tema de cómo aterrizamos. Cuando hablo de aterrizaje, hablo de la técnica necesaria y adecuada que va acompañando ese aterrizaje. Cuando hablo de aterrizar de antepié, me refiero al aterrizaje que se consigue gracias a una técnica adecuada de carrera, con la postura ideal y la cadencia adecuada (170 – 185 pasos por minuto), no solo hablo de la parte del pie con la que se aterriza.
Generalmente, la mayoría de corredores aterrizan de talón. A pesar de la creencia actual tras el boom del minimalismo, el aterrizaje de talón no siempre es malo. De hecho, se puede ser eficiente aterrizando con el talón y haciendo una transición rápida, muchos atletas de élite tienen este tipo de pisada.
Centrándome en el corredor popular, la mayoría aterriza de talón y, por tanto, si no se realiza una adaptación a otras técnicas de carrera, habrá que valorar zapatillas amortiguadas y con un drop entre 8 mm y 13 mm.
Los corredores que aterricen de mediopié o leves talonadores, ya sea de manera natural o porque están haciendo una transición al minimalismo, deberían buscar zapatillas de natural running, con drops de entre 4 mm y 6mm. Cuanto más avanzado en esta transición estés, más bajo será el drop y el perfil de la zapatilla. No es lo mismo un drop de 4 mm en una zapatilla de 10 mm en antepié que en una zapatilla de 20 mm de perfil en antepié.


Los minimalistas son corredores que han adaptado su cuerpo a una biomecánica de correr eficiente, este tipo de corredores, por lo general, buscan zapatillas entre 0 y 4 mm de drop y perfiles muy bajos, habitualmente de menos de 8 mm de perfil.


Cuando ya sabes tus características físicas y tus características biomecánicas, solo te queda un último punto.

FACTOR AMBIENTAL
El uso que se le puede dar a una zapatilla puede ser muy diverso, tantos como compradores existen.
Tienes que saber por dónde vas a correr, a qué ritmos, cuánta distancia, qué clima y si vas a alternarla o no con otros modelos. No es lo mismo entrenar por un carril bici que por la montaña de Haría, o en un camino de parque. Hay modelos mejor adaptados para algunas superficies que otros.
Si corres por asfalto o carril bici, por lo general se agradece más una amortiguación más blanda y de mayor recorrido, y la estabilidad es menos importante. En cambio, al correr por el parque la estabilidad va ganando importancia, se valora que la zapatilla agarre mejor y la amortiguación no es tan fundamental ya que el terreno amortigua más que el asfalto. Por último, en montaña tenemos calzado de trail que por tracción, protección y estabilidad está mucho más adaptado a esos terrenos y que, en cambio, no funciona bien en asfalto.



RITMO DE CARRERA
No es lo mismo entrenar a 4 min/km que a 5.30 min/km. Hay muchas zapatillas de entrenamiento que no van a ser muy buenas a ritmos vivos (4 min/km), por lo tanto, tendrás que acotar la búsqueda a modelos de entrenamiento ligero o incluso a zapatillas mixtas si tu peso no es muy alto.
La gente de ritmo más lento, sobre todo 4.45 min/km o más lentos, deberá prestar más atención a los modelos amortiguados y más estables.

COMPETICION O ENTRENAMIENTO
No es lo mismo querer una zapatilla para competir y entrenar, que solo para competir. Si quieres un modelo exclusivo para competir, puedes arriesgar un poco más, buscar un modelo más rápido, menos amortiguado. En cambio, si quieres una zapatilla para ambas cosas, primará el entrenamiento a la competición.



KILOMETRAJE
Si eres un corredor habitual, haces unos 40 kilómetros semanales o más y vives en una zona calurosa o lluviosa, quizá te interese adquirir un modelo específico para una parte del año, teniendo en cuenta que con ese volumen una zapaitlla durará medio año, puede que compense comprar algo específico ya que hay marcas que realizan versiones adaptadas a la climatología, por ejemplo las líneas Shield y Breathe de Nike, la primera para el invierno y la lluvia, y la versión Breathe para el verano.


Si eres uno de esos corredores que solo utiliza un par de zapatillas, entonces buscaría modelos con tecnologías resistentes al estrés. Las zapatillas necesitan “descansar” entre 24 y 36 horas entre entrenamientos. Cuando se usan a diario, no recuperan lo suficiente y van perdiendo propiedades, lo que lleva a un desgaste prematuro de la mediasuela y de las capacidades de amortiguación. Por ello, si las vas a usar para todo y sin recambios ni rotación, intentaría buscar algún compuesto como el Boost de Adidas, el Micro G de Under Armour o sistemas mecánicos como el Blade de K-Swiss o el Wave de Mizuno, aunque otros como el Gel de Asics o el Air de Nike no se quedan muy atrás, pero los anteriores destacan en su capacidad de resistencia al estrés.

APUNTE PARA CORREDORAS
Para mujeres corredoras, a los pesos indicados en hombres habría que restar entre 10 y 15 kg.
La horma (ancho) es diferente: estándar corresponde a B, ancha a D y extra ancha a 2E.


lunes, 10 de marzo de 2014

Entender el "running" actual y no morir en el intento. Parte I: Terminología

Muchas de las personas que se acercan al deporte de la carrera, o como se dice ahora "running", se enfrentan no sólo al esfuerzo físico propio de la práctica deportiva, sino previamente, a una avalancha de términos, conceptos y casi un lenguaje propio para manejarse con soltura en este mundillo, casi infinito, en cuanto a disciplinas, tipos de calzado, etc.
Con esta entrada queremos abrir una serie dedicada de forma específica a las nuevas tendencias y avances dentro del "running" y creemos que la mejor manera de empezar, es definiendo una serie de términos que encontramos cotidianamente en cualquier publicación referente al tema.

- “Barefoot”: como su traducción literal dice (pie descalzo) significa en la forma más pura del término correr descalzo. Pero en vista de la dificultad que ello implica por las condiciones climatológicas y de riesgo lesivo para la piel, se entiende también como barefoot el correr con calzados barefoot.

– Natural running: se refiere a una técnica de carrera específica en la que la entrada de apoyo inicial no se hace con el talón, sino con el centro del pie y el antepié. En realidad quien corre barefoot corre con una técnica “natural running”, pero podríamos decir en función de los calzados, que se ha creado una categoría específica.


- Drop: diferencia de altura entre el talón y el antepié en el calzado deportivo. Es decir, una zapatilla con drop +18 tiene 18mm más de altura en el talón que en el antepié, una cero drop no tienen ninguna diferencia, y una drop -4 tiene 4 mm más de altura en el antepié que en el talón.


- Calzado barefoot: se refiere estrictamente al calzado que no tiene nada de amortiguación, es decir, que sólo lleva una suela de protección para evitar lesiones de la piel de la planta por abrasión con el suelo, así como aislar térmicamente el pie del suelo y mejorar su agarre evitando resbalones. Drop 0.


- Calzado minimalista: aunque aquí las marcas hacen uso del término de forma libre en busca de su parcela en este mercado, de forma estricta sería aquel calzado que tiene además de una suela protectora, también una cantidad mínima de amortiguación entre la suela y el pie, protegiendo éste del impacto contra el suelo. Un calzado va a ser más o menos minimalista en función del espesor de su suela, aunque esto es muy variable en función de cada marca. Incluso muchos modelos que se anuncian como tales en mi opinión tienen poco de minimalistas, no diferenciándose en nada de las zapatillas voladoras. Drop entre 0 y +4mm.


- Calzado de natural running: Calzado que lleva amortiguación principalmente en el antepié. Drop entre 0 y +2 mm.


- Zapatillas voladoras o de competición: estrictamente, son las zapatillas que llevan una amortiguación mínima o inexistente, buscando una máxima respuesta y reactividad del suelo ganado impulso a costa de perder protección y comodidad. Normalmente, como su nombre indica, se usan específicamente para competir, usándose para entrenar zapatillas con más amortiguación para no castigar las articulaciones. Drop entre 0 y +10mm.


- Calzado de running tradicional: es aquel que lleva la amortiguación principal en el talón, pudiendo llevarla también en el antepié o no. Sería el apropiado para la gente que usa una técnica de carrera en la que el primer impacto con el suelo es con el talón. Drop de hasta 18 mm


jueves, 20 de febrero de 2014

Dolor de talones (Talalgia).

En nuestra búsqueda de un cuerpo sano, el dolor puede ser un enemigo. En algunos casos, sin embargo, tiene beneficios biológicos. El dolor que aparece justo después de una herida o al comienzo de una enfermedad puede tener un papel protector, frecuentemente avisándonos del daño que hemos sufrido.
Cuando nos torcemos un tobillo, por ejemplo, el dolor nos advierte que el ligamento y los tejidos blandos pueden estar rozados o magullados, y que continuar la actividad puede empeorar el daño.
El dolor, como el que puede darse en nuestros talones, también nos avisa que debemos buscar atención médica. Esta alerta es de la mayor importancia debido a las muchas dolencias que contribuyen al dolor de talón.



Dolor de talón
El dolor de talón es generalmente resultado de una biomecánica defectuosa (anormalidades en la forma de caminar) que produce demasiada tensión en el hueso del talón y los tejidos blandos unidos a él. La tensión puede resultar de una herida o un moratón sufrido al caminar, correr, o saltar sobre superficies duras; llevar calzado mal construido, o tener exceso de peso.
El hueso del talón es el mayor de los 26 huesos del pie humano, que tiene también 33 articulaciones y una red de más de 100 tendones, músculos y ligamentos. Como todos los huesos, está sujeto a influencias externas que pueden afectar su integridad y su capacidad de mantenernos sobre nuestros pies. El dolor de talón, a veces incapacitante, puede darse en la parte anterior, posterior o inferior del talón.

Espolones
Una causa frecuente de dolor de talón es el espolón, un crecimiento óseo en la parte inferior del hueso del talón. El espolón, visible con rayos X, aparece como una prolongación del hueso, que se asemeja al pico de un loro. Cuando no hay indicación de crecimiento del hueso, a veces se llama a esta condición “síndrome de espolón del talón”.
Los espolones resultan de un esfuerzo excesivo de los músculos y ligamentos del pie, que estira la banda de tejido que conecta el talón y la parte anterior del pie, y arranca repetidamente la membrana que cubre el hueso del talón. Esta condición puede ser resultado de un desequilibrio biomecánico, de correr, de zapatos inapropiados o demasiado gastados, o de obesidad.



Fascitis plantar
Tanto el dolor de talón como los espolones van frecuentemente asociados a una inflamación de la banda de tejido conjuntivo fibroso (fascia) que va por la planta del pie desde el talón hasta la parte anterior del pie. La inflamación de esta banda se llama fascitis plantar. Es común en atletas que corren o saltan mucho, y puede ser bastante dolorosa.
La condición aparece cuando la banda de tejido se tensa más de lo normal a lo largo de un tiempo, lo que causa que las fibras de tejido blando de la banda se rompan o estiren en diferentes puntos; esto lleva a inflamación, dolor, y posiblemente al crecimiento de un espolón donde la banda se une al hueso del talón.
La inflamación puede ser agravada por zapatos que no proporcionen un soporte adecuado, especialmente en la zona del puente, y por la irritación crónica que a veces se asocia a un estilo de vida atlético.
El descanso sólo proporciona alivio temporal. Cuando vuelve a caminar, especialmente después de una noche de sueño, puede experimentar un alargamiento repentino de la banda, que se estira y tira del talón. Al caminar, el dolor de talón puede disminuir o incluso desaparecer, pero eso puede ser sólo una falsa sensación de alivio. El dolor frecuentemente vuelve después de un descanso prolongado o de caminar en exceso.



Pronación excesiva
El dolor de talón a veces resulta de una pronación excesiva. La pronación es el normal movimiento y aplanamiento del puente del pie que le permite adaptarse a las variaciones del suelo y absorber impacto al caminar normalmente.
Al caminar, el talón toca el suelo primero; el peso se traslada primero a la parte exterior del pie, y luego al dedo gordo. El puente se eleva, el pie generalmente se mueve hacia arriba y hacia fuera, volviéndose rígido y estable para levantar el cuerpo y moverlo hacia delante. La pronación excesiva—excesivo movimiento hacia adentro—puede crear una cantidad anormal de estiramiento y tensión en los ligamentos y tendones unidos a la parte inferior del hueso del talón. La pronación excesiva puede también contribuir a dañar la cadera, la rodilla, y la parte baja de la espalda.

Enfermedades generales y dolor del talón
Algunas condiciones de salud general pueden también producir dolor de talón.
La artritis reumatoide y otras formas de artritis, incluyendo la gota, que suele manifestarse en la articulación del dedo gordo, pueden causar molestias en el talón en algunos casos.
El dolor de talón puede también ser resultado de la inflamación de una bolsa serosa (bursitis); de un neuroma (crecimiento de un nervio); u otro crecimiento de tejido. El dolor de talón de ese tipo puede asociarse a un espolón o producir un dolor similar al de un espolón del talón.
La deformidad de Haglund (a veces asociada a los tacones altos) es un crecimiento anormal de hueso en la parte trasera del calcáneo, en el área donde el tendón de Aquiles se une al hueso. Esta deformidad ocasionalmente dolorosa es generalmente resultado de una bursitis causada por presión contra el zapato, y puede agravarse con la altura o la costura del contrafuerte de un zapato.
El dolor en la parte posterior del talón se asocia a la inflamación del tendón de Aquiles tras el tobillo y en la unión con la superficie posterior del hueso del talón. La inflamación se llama tendinitis del tendón de Aquiles. Es común en personas que corren y caminan mucho y tienen tendones tensos. La condición aparece cuando el tendón sufre tensión excesiva a lo largo de un tiempo, lo que causa ruptura o estiramiento de fibras en su longitud o en la unión con el hueso del talón. La inflamación se agrava con la irritación crónica que a veces se asocia a un estilo de vida activo y con ciertas actividades que fuerzan el tendón cuando ya está tenso.
Las contusiones óseas son un problema común del talón. Una contusión ósea es una inflamación de los tejidos que cubren el hueso del talón. Es una lesión dolorosa causada por el impacto directo de una superficie u objeto duro en el pie.
Las fracturas por fatiga del hueso del talón pueden ocurrir también, pero son menos frecuentes.

Dolor del talón en niños
El dolor de talón puede también aparecer en niños, comúnmente entre 8 y 13 años, al irse estos haciendo más activos en deportes en la escuela y fuera de ella. Esta actividad física, particularmente los saltos, inflama los centros de crecimiento de los talones; cuanto más activo es el niño, más probable es que se dé la condición. Cuando los huesos maduran, los problemas desaparecen y no es probable que reaparezcan. Si aparece dolor de talón en niños de estas edades, es necesario el cuidado podológico para proteger el hueso en crecimiento y proporcionar alivio del dolor. Otra buena noticia es que los espolones de talón no se desarrollan frecuentemente en niños.

Prevención
Pueden tomarse una serie de medidas para evitar el dolor de talón y los problemas asociados a este.
  • Lleve zapatos que le queden bien—en la puntera, el talón y los lados—y tengan suelas que absorban el impacto, estructura rígida y contrafuertes que proporcionen apoyo.
  • Lleve los zapatos apropiados para cada actividad.
  • No lleve zapatos con suelas o tacones excesivamente gastados.
  • Prepárese apropiadamente antes de hacer ejercicio. Haga ejercicios de calentamiento y estiramiento antes y después de correr.
  • Dosifíquese cuando participe en actividades deportivas.
  • No subestime la necesidad de descanso y nutrición apropiada de su cuerpo.
  • Si está obeso, pierda peso.
  • Cuidado podológico.
  • Si el dolor y otros síntomas de inflamación—enrojecimiento, hinchazón, calor—persisten, debería limitar sus actividades diarias y ponerse en contacto con su podólogo.


Tratamiento
El podólogo examinará el área y puede utilizar rayos X como diagnóstico para excluir problemas del hueso.
El tratamiento precoz puede incluir medicación antiinflamatoria , terapia física (crioterapia), recomendaciones de ejercicio o de calzado, uso de vendas, plantillas o aparatos ortopédicos. El vendado proporciona soporte para el pie, al poner músculos y tendones en un estado fisiológico de descanso. La fisioterapia debe usarse conjuntamente con esos tratamientos.
En la mayoría de los casos una plantilla ortopédica funcional, ayuda a compensar desequilibrios biomecánicos, controlar la pronación excesiva, y proporcionar apoyo a los ligamentos y tendones unidos al hueso del talón. Esto será un tratamiento efectivo para la mayoría de dolores del talón y el puente sin necesidad de cirugía.
Solamente un número relativamente bajo de casos de dolor del talón requiere tratamiento más avanzado o cirugía. Si la cirugía es necesaria, puede incluir intervención en la banda de tejido de la planta del pie, extirpación de espolón, de una bolsa serosa, de un neuroma o de otro crecimiento de tejido blando.

jueves, 6 de febrero de 2014

Onicomicosis (Hongos en las uñas)

La infección de las uñas por hongos es un problema común de la salud del pie. La mayoría de las personas que sufren de él no buscan tratamiento, quizás ni siquiera identifican la existencia de un problema. Algunos estudios estiman que afecta a entre un tres y un cinco por ciento de la población; sin embargo, los podólogos piensamos que al haber tantos casos de los que no se informa, la incidencia es mucho mayor que eso.
Probablemente una razón por la que tanta gente ignora la infección es que puede estar presente durante muchos años sin causar nunca dolor. Su incidencia se eleva notablemente en adultos mayores (del 20 al 30 por ciento, de acuerdo con los estudios, aunque los podólogos pensamos que es mucho más alta). Como los adultos mayores pueden experimentar problemas médicos mucho más serios, es comprensible que las uñas con hongos pueden pasarse por alto como un problema menor, aunque no lo sean en absoluto.
En cualquier caso, la enfermedad, caracterizada por el cambio de color de la uña, se considera a menudo una simple imperfección—fea y embarazosa. Aparentemente se asume que al ser las marcas blancas o el oscurecimiento de la uña algo de poca importancia, el cambio representa también algo de poca importancia, incluso cuando la mancha se extiende. Puede ser que los esteticistas vean este problema tan a menudo como los médicos pero la falta de formación médica les hace quedar en el olvido clínico. El esmalte de uñas es una solución fácil para muchas mujeres, que, al no ver el problema, se lo quitan así de la cabeza.
Sin embargo, en muchos casos ese cambio de color es el comienzo de una enfermedad que puede tardarse meses en controlar. La infección de las uñas por hongos se conoce entre los podólogos  y otros médicos como onicomicosis. Es una infección bajo la superficie de la uña, que puede también penetrar en la uña. Si se ignora, la infección puede extenderse y llegar a afectar a la capacidad de trabajar o incluso de caminar. Esto ocurre porque va a menudo acompañada por un aumento de grosor de las uñas, que no se pueden cortar fácilmente y producen dolor al caminar con zapatos. Esta enfermedad puede ir acompañada por una infección secundaria en la uña o a su alrededor, producida por bacterias o levaduras.




¿Qué es una uña con hongos?
La onicomicosis es una infección del lecho y la placa bajo la superficie de la uña, y es causada por diversos tipos de hongos, que son fáciles de encontrar en el ambiente. Los hongos son organismos parasíticos vegetales simples, como los mohos, que no tienen clorofila y por lo tanto no necesitan luz solar para crecer. Un grupo de hongos llamados dermatofitos atacan fácilmente la uña, creciendo con la queratina, la proteína de las uñas.
Cuando los pequeños organismos se instalan, la uña puede hacerse más gruesa, volverse amarillenta o marrón y producir mal olor. Pueden acumularse residuos bajo la uña, a menudo aparecen en ella marcas blancas, y la infección puede extenderse a otras uñas, a la piel, o incluso a las uñas de las manos.
Al ser difícil evitar el contacto con organismos microscópicos como los hongos, las uñas son especialmente vulnerables en áreas húmedas donde es probable que la gente camine descalza, como piscinas, vestuarios o duchas, por ejemplo. Las lesiones del lecho de la uña pueden hacerla más susceptible a cualquier tipo de infección, incluyendo por hongos. Aquellos que sufren enfermedades crónicas tales como la diabetes, problemas circulatorios, o condiciones de inmunodeficiencia, tienen más tendencia a infecciones de hongos en las uñas. Otros factores que contribuyen pueden ser el pie de atleta y el sudor excesivo.

Prevención
Como los hongos están en todas partes, incluyendo la piel, pueden estar presentes durante meses antes de encontrar una oportunidad de dar problemas, sin que aparezcan señales de infección. Siguiendo algunas precauciones, incluyendo una higiene apropiada e inspección regular de los pies y los dedos, pueden reducirse mucho, o incluso eliminarse, las posibilidades de que aparezca el problema.
Los pies limpios y secos son resistentes a las enfermedades; una rutina estricta de lavado de los pies con agua y jabón, recordando secarlos concienzudamente, es la mejor manera de prevenir una infección. Deben usarse sandalias para la ducha en lugares públicos siempre que sea posible. Los zapatos, calcetines o medias deben cambiarse más de una vez al día. Las uñas de los pies deben cortarse rectas de forma que la uña no se extienda más allá de la punta del dedo. Use un polvo para pies de calidad—talco de farmacia especial para pies—junto con zapatos que le queden bien y estén hechos de materiales que respiren.
Evite llevar medias excesivamente apretadas, que favorecen la humedad. Los calcetines de fibras sintéticas tienden a aumentar la sudoración por lo que se recomiendan los de algodón y cambiarlos varias veces al día si se humedecen.




Uñas artificiales y esmaltes
La humedad que se acumula bajo la superficie de la uña se evaporaría normalmente a través de la estructura porosa de la uña. La presencia de una uña artificial o un esmalte impide que eso ocurra, y el agua atrapada debajo puede volverse malsana, ideal para que crezcan hongos y organismos similares.
Use siempre medidas preventivas al aplicar esmaltes. Desinfecte los instrumentos de pedicura y no aplique esmalte a uñas que puedan estar infectadas—por ejemplo las que estén rojas, descoloridas o hinchadas.

Tratamiento
Los tratamientos pueden variar, dependiendo de la naturaleza y gravedad de la infección. Una rutina diaria de limpieza a lo largo de muchos meses puede eliminar temporalmente infecciones menores. Las marcas blancas que aparecen en la superficie de la uña pueden limarse, y después aplicar un líquido antihongos que se vende sin receta.
Sin embargo, incluso los mejores tratamientos sin receta pueden no prevenir la reaparición de una infección por hongos. Un hongo puede extenderse por toda la uña, penetrando tanto en la uña como en su lecho. Si una infección no se cura, o continua reapareciendo, se recomienda recibir atención podológica.




Cuidado podológico.
Un podólogo puede detectar una infección por hongos al principio, analizar la uña, determinar la causa, y elaborar un plan de tratamiento apropiado, que puede incluir recetas de medicamentos tópicos u orales, y el desbridamiento (eliminación de materia enferma de la uña y residuos) de una uña infectada. De hecho, el desbridamiento es uno de los procedimientos más comunes llevados a cabo por los podólogos.
Nuevos medicamentos orales contra los hongos, pueden ser el tratamiento más efectivo. Ofrecen un régimen de tratamiento corto (de tres a cuatro meses) y una efectividad mejorada, aunque los podólogos afirmamos que en algunas infecciones pueden requerirse tratamientos más largos, de hasta 12 meses. Estudios recientes muestran que, en un pequeño porcentaje de la población, cualquier medicamento oral contra hongos produce algunos efectos secundarios no deseables.
En algunos casos puede ser necesario el tratamiento quirúrgico. Puede llevarse a cabo una extracción temporal de la uña para permitir la aplicación directa de un medicamento tópico contra los hongos. La extracción permanente de una uña con dolor crónico que no haya respondido a ningún otro tratamiento permite la curación de la infección por hongos y previene la reaparición de una uña deforme.
Intentar resolver la infección sin la ayuda cualificada de un podólogo puede llevar a más problemas. Con los nuevos avances técnicos en combinación con simples medidas preventivas, el tratamiento de estos problemas de salud, que no tomamos muy en serio, con frecuencia puede tener éxito.

Resumen de consejos para prevenir los hongos.
  • Lávese regularmente los pies con agua y jabón.
  • Recuerde secarse concienzudamente los pies después de lavarlos.
  • Es esencial llevar zapatos que queden bien; un número sorprendente de personas lleva zapatos que no se les ajustan bien y les causan serios problemas en los pies. Un zapato de suela firme y empeine blando es lo mejor para la actividad diaria.
  • Deben usarse sandalias para la ducha en lugares públicos siempre que sea posible.
  • Los zapatos, calcetines o medias deben cambiarse cada día.
  • Las uñas de los pies deben cortarse rectas y de forma que la uña no se extienda más allá de la punta del dedo.
  • Use un polvo para pies de calidad, junto con zapatos que le queden bien y estén hechos de materiales que traspiren.
  • Evite llevar medias excesivamente apretadas, que favorecen la humedad.
  • Los calcetines de fibras sintéticas tienden a aumentar la suduración por lo que se recomienda siempre el calcetín de algodón.
Su podólogo se ha formado específica y extensamente en el diagnóstico y tratamiento de todo tipo de problemas en los pies. Esta formación incluye cada uno de los sistemas y estructuras, intrincadamente interrelacionados, del pie y la parte baja de la pierna, incluida la piel y los sistemas neurológico, circulatorio, y musculoesquelético, que comprende los huesos, articulaciones, ligamentos, tendones, músculos y nervios.

jueves, 30 de enero de 2014

Instalaciones y servicios de Clínica del pie Timanfaya. (Vídeo 3)

Tercer y último vídeo se la serie "Instalaciones y servicios", dedicado a la podología deportiva, campo de alta especialización y máxima exigencia que desarrollamos a diario en nuestra consulta para todos los deportes y todos los niveles. Esperamos sea de su interés.

Instalaciones y servicios de Clínica del pie Timanfaya. (Vídeo 2)

Segundo vídeo de la serie "Instalaciones y servicios", dedicado a nuestro trabajo en el campo de la podología general, en el cual abarcamos desde el tratamiento de las enfermedades de la piel y las uñas al estudio del pie infantil. Esperamos les guste.